viernes, 25 de marzo de 2016

de madrugada

Imagínate levantarte un día y darte cuenta de que eres el tópico de los tópicos, de que tu historia es un cliché, una canción que habla sobre lo dura que es la vida, lo confuso que es el amor y lo poco que dura una botella de whisky en el mueble bar.

Que si ya no esperas nada, que si el tiempo lo cura todo, que la angustia ya pasará y que ya te distraerás con el trabajo. Así contigo, y así con todo.
He terminado por no saber si soy un recuerdo, una vivencia, valiente, suicida, por no saber si tu mirada es desconocida. Y así me he dado cuenta de que esta es la rutina de vivir sin saber escribir sobre ti.

Me voy a fumar.


sábado, 27 de febrero de 2016

Yo tampoco

Joder, tío, de esto que te das cuenta de que te pasas la vida, tu vida, dando consejos de mierda que nunca te aplicarías a ti mismo para que la gente se sienta mejor, haciendo como que eres buena persona, actuando como debe hacer un buen amigo, haciendo como que tu intención de verdad es que se sientan mejor, pero en realidad, no, ¿me captas?

No, tío, no me estás captando. Coño, ya me entiendes, en plan, no sé, fingiendo, en plan, tío.
Imagínate que estás sentado en el puto bar de siempre escuchando y tragando dramas, porque te hace sentir, a ti, a ti mismo, mejor, ¿sabes? Del rollo que igual en verdad te la pela increíble, pero que prefieres eso, y hacer como que eres empático y que te preocupas, que estás implicado de lleno, pero que sabes que ni de coña, porque ya tienes suficiente con lo tuyo y sólo quieres no escuchar tu cabeza. Porque prefieres empaparte de historias y problemas de otras personas que pensar en los tuyos propios y tratar de solucionarlos. Yo lo llamo Paz mental.

No tío, eso no es huir, no me jodas, es ser precavido. Creo. Quiero decir, para qué rayar a alguien con tus historias cuando ni siquiera quieres escucharte a ti mismo. ¿Cómo va a beneficiarme en algo darle voz a un pensamiento cuando ni siquiera me atrevo a escribirlo y leerlo en silencio?
Es como que ya te ahoga de por sí teniéndolo sólo en la cabeza, sabes, sin compartirlo con nadie, sin que haga falta que nadie te diga lo jodidamente imbécil que eres y te suelte las típicas respuestas comodín. No sé qué clase de capullo inventó esas respuestas comodín, las típicas que los amigos del protagonista de la película le sueltan cuando le pillan yendo en batín a la tienda de la esquina a por una botella de whisky y tabaco porque se siente un desgraciado y odia al mundo. Las suelo utilizar tanto que decididamente sé que no sirven para nada.
Sí, ya sé que soy como ese pringado.

Joder tío, no me estás entendiendo, ¿a que no?
yo tampoco.

sábado, 23 de enero de 2016

Veo lo que digo, pero no escucho lo que pienso

Me quema el sol nada más despertar, pero la ventana está cerrada
Siento la habitación llena de humo, denso y negro, y casi no te veo, teniéndote al lado
pero no puedo evitar mirarte a la cara y verme caer a mi mismo, en tus ojos, desde lo alto, desde fuera
y me río, intento encontrar un pensamiento cuerdo, pero no sé dónde, ni recuerdo cómo
me digo a mí mismo; sigues cayendo mientras esperas, y no a que alguien te rescate precisamente, pero el fuego se aproxima, y te estás quemando hasta el puto raciocinio
Qué coño haces? sálvate, agárrate, piensa, reacciona
Negocio con la botella, le ofrezco un trato y espero que me conteste. intento que razone por mí, pero ya ni me entiende
Qué triste, digo
porque sé que voy a seguir rozando el suelo, fumando hondo y largo y esquivando cualquier modo de chocar, acercándome milímetro a milímetro, lentamente, tal y como pasa el tiempo cuando te tengo cerca, porque he perdido el control sobre mí, por ti, contigo, a consecuencia de ti, no lo sé
y no sé si quiero recuperarlo
y ahora yo ya no sé qué soy, ni si estoy, ni si me ves
y lo siento.