miércoles, 15 de enero de 2014

La definición de la vida es Problemas.

Si tuviera que cambiar algo de mi vida, seria esa jodida lámpara rota, cuando vengo sumamente puesto los sábados por la noche esa luz no me deja vomitar en paz.

La puta lampara hace que la habitación de vueltas. Una y otra vez gira, sin parar, simulando ser uno de los efectos del LSD.

Al final la romperé de un puñetazo, pero no tengo fuerzas, estoy demasiado ocupado echando las entrañas por la boca.
¿Por qué me he pasado tanto de la raya? 
Sí lo recuerdo. Sé a que se debe mi estado. Y han sido sus malditos labios. La boca que acompaña a esas curvas infinitas. Antes de conocer su nombre, su melena decidió darse la vuelta y dejarme atrás tras besarme aquel día. Debería odiarla, quiero odiarla.


Esa mirada felina que traspasó mi cordura, bebí para conocerla, bebí y bebo para olvidarla. Cómo se dirigía a mí en la barra, y por mucho que no quise mirarla acabé muriéndome por tenerla en mi cama.

Pienso constantemente en tocarla, acariciarla, hacerla sentir hasta que sus gritos invadan la casa. Se ha convertido en mi obsesión, tanto hasta ser la única razón para beber.
No como, lo substituyo por cerveza. Esas piernas, ese vientre que conduce a mi delirio y mayor fantasía. Rozar su piel morena erizándose a la vez que me excito y no parar aunque me lo ruegue. No sé su nombre, pero memoricé sus curvas y su olor.
Joder, te exijo que desaparezcas al llegar al décimo trago de vodka.

Déjame sólo soñarte, porque temo que al tenerte, dejes de ser perfecta.

Y si dejas de serlo, tendré que buscar otra excusa para beber.


1 comentario: